Definiciones en ciencia y tecnología
Ingeniero comercial Universidad de Chile Miembro del directorio del Centro de Estudios del Desarrollo
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Andrés Sanfuentes
Finalmente la presidenta Michelle Bachelet firmó y envió al Congreso el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología. No fue fácil, es una materia compleja. Basta recordar que el ex presidente Sebastián Piñera mandó su propuesta sobre el tema el 7 de marzo, apenas 4 días antes del término de su período, aparentemente sólo para cumplir.
Es un asunto de la mayor importancia para el país, ya que todos los indicadores señalan que el gasto en ciencia y tecnología (CyT) es muy bajo en comparación con países de ingreso similar, a lo que se agrega que es una de las causas que explican el atraso tecnológico del país y que la productividad dejó de crecer hace ya demasiados años, sumado a una desfavorable tasa de inversión.
Por otra parte, la situación institucional es insatisfactoria, a causa de la falta de coordinación de las entidades dedicadas a estas funciones, en que resalta la separación de acciones de establecimientos que por su naturaleza debieran actuar unidos, como es el caso de la ciencia a cargo del Ministerio de Educación y la innovación en el Ministerio de Economía. Al respecto, las tareas encomendadas al Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID) no han dado los resultados previstos, a pesar de ser encabezado por ejecutivos destacados. Por su parte, el desarrollo científico y Conicyt han pasado por situaciones críticas a causa de su dispersión y la escasa importancia que se le asigna en el Mineduc, centrado en la educación.
Adicionalmente, el país no ha logrado coordinar las tareas que le caben al desarrollo científico con el tecnológico, la innovación y el emprendimiento, concentrando excesivamente el primero en las universidades, separado del papel de las empresas, especialmente en la innovación.
La propuesta presidencial propone tres niveles:
a) Un Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, asesor de la Presidencia de la República en la elaboración de la estrategia nacional.
b) Un Ministerio de Ciencia y Tecnología, preocupado de las políticas de mediano y largo plazo en esas materias y órgano rector y coordinador en la elaboración e implementación de políticas, planes y programas, además de relacionarse con los ministerios de Educación y Economía. Se crearía la Agencia de Investigación y Desarrollo, como “continuadora de las tareas y funciones que hasta ahora desempeña Conicyt”, la cual centralizaría funciones hoy dispersas, pero sin mezclar el rol orientador con la ejecución de la política.
c) Las tareas ejecutivas quedarían en el ámbito del Ministerio de Economía y de CORFO, en el “apoyo al componente de desarrollo comercial que implica la innovación” y de la División de Educación Superior del Ministerio de Educación.
El proyecto propone un marco institucional promisorio, aunque su ejecución práctica permitiría evaluar la solución de una serie de problemas:
1. La capacidad para incrementar sustancialmente el gasto en CyT, que permite el desarrollo.
2. La posibilidad de coordinar políticas hoy segmentadas, como la relación de la CyT con la innovación y el emprendimiento.
3. La integración de las universidades, que concentran los esfuerzos científicos, con las iniciativas empresariales.
4. La persistente indefinición entre el fomento a la investigación básica y aquella aplicada, en especial la adaptación de tecnologías ya desarrolladas en otros países.
5. El sistema de becas, fijar sus prioridades y concentrar las preferencias por los estudios de postgrado en el país o el extranjero.
Es cierto que no basta con crear un nuevo ministerio, pero al menos se propone una definición sobre el debate de si es necesario crearlo, tal como lo propone el proyecto, o bien dos subsecretarías dependientes de los ministerios de Educación y Economía o, alternativamente, encargar a uno de ellos el predominio en la ejecución del tema.